El actor protagoniza la charla ‘Delibes y Sacristán a escena’ que tendrá lugar este 15 de octubre en el Aula Mergelina de la Universidad de Valladolid. El escritor Ramón García y el ilustrador Rafael Vega 'Sansón' participan en el acto organizado por la UVa dentro del centenario de Miguel Delibes.
Foto: Javier Naval
José Sacristán nos habla de sus nexos personales y artísticos con Miguel Delibes en los días previos a su encuentro en la UVa y a la presentación en el Teatro Calderón de ‘Señora de rojo sobre fondo gris’ los días 16, 17 y 18.
Roberto Terne
- Le esperan cuatro días muy vallisoletanos primero en la Universidad y después en el Teatro Calderón, todos ellos en torno a Delibes, a su figura y a su obra. ¿Qué le sigue aportando en lo personal y en lo artístico encarnar a quien también fuera maestro en nuestra universidad?
- En este caso, en el de ‘Señora de rojo sobre fondo gris’ que es la obra que estamos presentando ahora, es algo para mí verdaderamente fuera de lo normal. Primero porque se trata de un personaje y de una historia maravillosa … pero el valor añadido está en que a la vez yo siento que le estoy rindiendo un homenaje a alguien a quien tuve el privilegio de conocer… y que expresarme a través de lo que a él le pasó a propósito de este percance de su vida es para mí un regalo. Pero fíjate, que parece una contradicción, hacer esta obra es un regalo gozoso porque para mí, por encima de lo terrible del dolor, de la desaparición del ser amado… lo que prevalece es la memoria del amor y cómo la memoria del amor puede ser incluso capaz de vencer a la muerte. Esta mujer existió para este hombre y toda la dimensión de esta relación queda ahí y forma parte de la vida de uno.
- En ‘Señora de rojo sobre fondo gris’ realiza su primer monólogo en toda su carrera. ¿Qué valoración nos puede hacer de ello?
- Lo de hacer un monólogo es la primera vez, efectivamente. Cuando tienes un texto y un personaje que tiene la riqueza, la envergadura que tiene esta obra verdaderamente apasionante pues no sé… no hace falta nadie más. Luego está el hecho de si tienes las suficientes facultades o recursos o lo que sea para llevarlo a cabo, claro.
- Desde luego el amor prevalece en esta obra tanto como el duelo. Y hay frases demoledoras al respecto de 'El amor como motivación artística'. ¿Está de acuerdo en aquello de ‘La actividad creadora es imposible si alguien no te empuja por detrás’?
- Las motivaciones son diversas.. indudablemente una de ellas es la fuerza del amor. En el caso de Ángeles y Miguel... yo no conocí lógicamente a Ángeles de Castro. Pero para Miguel, una persona como él con su carácter y personalidad… tener al lado a una persona como Ángeles suponía realmente el complemento perfecto .
- Delibes junto a Savater en ‘La Peor Parte’ o junto a Machado nos hizo volver a sufrir y también a disfrutar cierta literatura de viudedad. ¿Le ha afectado mucho en lo personal introducirse en este mundo hermoso, luctuoso pero también cotidiano de la muerte del ser querido?
- Es que se han dado dos hechos. Cuando yo representaba ‘Las Guerras…’ falleció mi madre, y mi relación con la ‘Nati’ era muy particular… De hecho tuvieron que sujetarme porque cuando la dimos tierra yo me tiraba al hoyo . Y por entonces yo hablaba mucho con Miguel de las ausencias. Los dos somos de pueblo… de gente de pueblo.. y me acuerdo que intercambiábamos los apodos, que él me hablaba de los que conocía y yo le hablaba de la gente de mi pueblo. Después, con ‘Señora de rojo…’ lo que ocurrió fue que yo me enamoré de esta obra cuando preparaba las ‘Guerras de nuestros antepasados’. Y poco después del estreno de ‘Señora de rojo…’ falleció Pepe Samano (productor teatral de las obras de Delibes). Bien… lo que ocurre como te podrás imaginar es que cada día que salgo a representar la obra, ahí hay como diría Fernán Gómez “un repertorio ‘stanilavskiano” del que echar mano que para qué ¿no? Después de dos años de representación, cuando salgo a hacer la obra, ahí ocurre algo importante. Te aseguro que lo que me transmite la gente es que esto que a mi me ocurre no les deja indiferentes.
- Delibes, entre otros méritos, nos elevó la cotidianidad hacia un nivel artístico estratosférico. ¿Cree que esto es lo que más puede destacarse de él?
- Sí, posiblemente… Digamos que es la palabra como herramienta utilizada en su más primitivo, elemental sentido. No hay el menor uso de retórica ni de estilismo…. la palabra fluye ahí como herramienta, como apero, como los arados, los azadones, las palas de la gente de la que habla ¿no? Y es capaz de llegar a un lirismo y una poética sencillamente arrebatadoras. Realmente era Miguel Delibes.
- Sé que es más difícil ahora que antes percibir las emociones del público debido a las mascarillas preventivas de Covid y al distanciamiento social en sala, pero ¿Qué sensaciones percibes desde el escenario con ‘Señora de rojo…’?
- Normalmente las sensaciones vienen dadas por el dolor de la desaparición de alguien. De hecho hay funciones, según me cuentan, en las que hay gente que abandona la sala por haber tenido un fallecimiento reciente… Aunque repito que en la función no hay nada que no suceda por el hecho amoroso y por el hecho gozoso del amor. Lo que generalmente la gente me transmite es eso… qué hermoso que alguien recuerde a un ser amado como se hace en ‘Señora de rojo sobre fondo gris’.
- Finalmente ¿Qué sensaciones le sigue produciendo volver a Valladolid donde usted dirigió y protagonizó ‘Soldados de Plomo’ y en definitiva donde se ha reencontrado tantas veces con el cine y el teatro?
- Yo hoy me reconozco en esta Castilla de la que Don Antonio Machado dijo “No fue por estos campos el bíblico jardín”… Me reconozco en ella en lo bueno y en lo malo. Y me gusta Valladolid y me gusta por supuesto ir de la mano de Miguel Delibes. Yo hermano en una línea a Antonio Machado, a José Luis Sampedro, a Ernesto Sábato, a Saramago, a Miguel… a una serie de gente que, como te decía antes, todo lo que sea caminar a su lado o tener algo que ver con ellos, las cosas que ocurren te hacen ser mejor. Y añado que todo lo que sea hablar de Miguel… es siempre tiempo muy bien empleado.
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